lunes, 16 de noviembre de 2015
miércoles, 11 de noviembre de 2015
martes, 20 de octubre de 2015
Lo
que se siente al morir, contado
por una enfermera de la UCI
La enfermera Penny Sartori ha pasado más de veinte
años trabajando en la UCI y ha visto muchas cosas irracionales. Ahora trata de
buscarles una explicación
Las unidades de paliativos o cuidados intensivos de
los hospitales guardan una estrecha relación con la muerte, dando lugar a
numerosas experiencias que se escapan a cualquier explicación racional.
Pacientes que intuyen el momento exacto en el que van a morir, otros que
parecen decidir por sí mismos el día y la hora, adelantando o retrasando su
muerte, sueños premonitorios de familiares o presentimientos de terceras
personas que, sin ni siquiera saber que alguien está ingresado o ha sufrido un
accidente, están seguros de que ha fallecido.
Sólo los profesionales sanitarios que trabajan de
cerca con los pacientes terminales conocen de primera mano el alcance y
variedad de estas extrañas experiencias. La ciencia no ha podido ser capaz de
ofrecer algún tipo de respuesta, por lo que se suelen describir como
sucesos paranormales o sobrenaturales. Una etiqueta “demasiado vaga para la
magnitud de estas experiencias”, según explica la enfermera británica Penny
Sartori, que lleva cerca de 20 años trabajando en la UCI.
Una carrera lo suficientemente sólida como para
haber visto de todo, intuir patrones y elaborar hipótesis sobre estos
fenómenos. Tanto es así, que está a punto de rematar una tesis doctoral sobre
estas cuestiones, cuyas principales conclusiones adelantará en el libro The Wisdom Of Near-Death Experiences(Watkins
Publishing), que saldrá a la venta el próximo 6 de febrero.
“Alucinaciones” compartidas por
familiares
A lo largo de toda su carrera, Sartori se ha
entrevistado con pacientes que han vivido experiencias cercanas a la muerte (ECM),
así como con familiares que han vivido de cerca experiencias de muerte
compartida (EMC). La cantidad y larepetición de patrones hacen que
la enfermera descarte la hipótesis de la casualidad o la imposibilidad de hallar
un razonamiento lógico para este extendido fenómeno.
Entre el 70 y el 80% de los pacientes
esperan a estar solos en la habitación para morirseSu
tesis principal se centra en que “nuestro cerebro es independiente de la
conciencia. Es el medio para canalizarla, por lo que en realidad es físicamente
ajena al cuerpo”. Una idea que explicaría, añade la doctoranda, por qué “el
alma y la conciencia pueden experimentarse al margen del cuerpo”, como en
las ECM o en la meditación budista.
Los ejemplos de los que Sartori se vale en su libro son
muy numerosos, pero todos suelen coincidir en que los pacientes que
viven estas ECM son siempre los que abrazan la muerte de la forma más tranquila
y feliz, al igual que los familiares que presienten la muerte de sus seres
queridos. ¿Por qué? Según las entrevistas que ha mantenido con estos últimos se
debe a que están convencidos de que sólo se trata del fin de la vida terrenal.
Al margen de que se trate de personas creyentes,
agnósticas o ateas, todas ellas tienen el sueño o la visión de cómo su
familiar se va de este mundo guiado por alguien (cónyuges ya
fallecidos, seres anónimos o ángeles) y lo hace con una clara sensación de “paz
y amor”. Al principio, relata Sartori, “me llamaba la atención que algunos
familiares de fallecidos no se sintiesen tristes tras diagnosticar la muerte de
su ser querido, pero al entrevistarlos me di cuenta de que en realidad estaban
tranquilos por haber experimentado esta sensación de trascendencia a la vida”.
Eligiendo el momento “más apropiado”
para morir
Este no es el caso de los ejemplos de personas que a
sabiendas de cuando van a morir piden quedarse unos minutos solos o lo hacen
justo cuando el familiar, que permanece todo el tiempo a su lado, los abandona
un solo momento para ir al baño. Otros casos igualmente llamativos son los de
personas que se mueren justo después de ver al familiar que tarda en acudir a
verlos por estar en el extranjero, cuando terminan con todo el papeleo de
herencias y seguros vitalicios. “Parecen estar a la espera de que
ocurra un evento específico para permitirse morir”, relata la enfermera.
La sensación de trascendencia la
experimentan tanto creyentes como agnósticos o ateosEl
director del Tucson Medical Center John Lerma, especializado en
cuidados paliativos, ha recopilado ejemplos muy similares a los citados por
Sartori en Into the Light: Real Life
Stories About Angelic Visits, Visions of the Afterlife, and Other Pre-Death
Experiences (New Page Books). Según sus informes, entre el 70 y el
80% de los pacientes esperan a que sus seres queridos salgan de la habitación
para morirse.
Sartori se niega a creer que estas vivencias estén
motivadas por alucinaciones. “No es posible que varias personas vean lo mismo y
sean capaces de describirlo igual si realmente se trata de una
percepción distorsionada de la realidad”, apunta. Unas tesis que se apoyan
en las famosas teorías del profesor Raymond Moody, que acuñó el
concepto de experiencias cercanas a la muerte a finales de los 70.
Sus estudios más novedosos se centran en las
vivencias compartidas por las personas que acompañan a los que están en trance
de muerte. "Abren una vía completamente nueva de iluminación racional
sobre la cuestión de la vida después de la muerte porque las personas que
comunican estas experiencias están sanas. Suelen estar sentadas junto al lecho
de muerte de un ser querido cuando le sobreviene una de estas experiencias
maravillosas y misteriosas. Y el hecho mismo de que las personas no están
próximas a la muerte incapacita la cláusula de exención. Como sus
experiencias no se pueden achacar a fallos de la química cerebral,
tendremos que ir más allá de este argumento”, asegura.
Nuevas vías de investigación
El recurso, “cínico” según Sartori, a explicar este
fenómeno a partir de disfunciones cerebrales, tampoco se sostiene con los
ejemplos de personas ingresadas con alzhéimer avanzado que repentinamente
recuperan la capacidad de raciocinio. “Se trata de pacientes en un estadio terminal
de la enfermedad, incapaces de articular palabra, que de forma sorprendentecomienzan
a hablar con total coherencia, interactuando con gente que no está en la
habitación y que frecuentemente son familiares muertos”, explica la autora.
Además, añade, “suele suceder que después de esta experiencia dejan de estar
intranquilos y acaban muriendo con una sonrisa en la cara, generalmente, uno o
dos días después”.
El argumento de que estas visiones están inducidas
por los fármacos tampoco es aceptado por la autora porque, dice, “estos causan
ansiedad, todo lo contrario de lo que sienten los pacientes”. La autora
defiende en su libro que este tipo de vivencias, recopiladas a lo largo de toda
su carrera, pueden ser claves para demostrar la existencia de una vida después
de la muerte y que, al menos, deben abrir una nueva vía de investigación (como
algunas que parten de la física cuántica) para los
estudios científicos. De lo que sí dice estar convencida es de que “la
muerte no es tan temible como nos la solemos imaginar”.
jueves, 8 de octubre de 2015
El emocionante reencuentro de una paciente con su enfermera 38 años después
La historia de Amanda Scarpinati ha conmovido al mundo y ha vuelto a demostrar el poder de las redes sociales. Esta joven norteamericana de 38 años sufrió cuando era bebé un grave accidente doméstico con un humificador que le causó importantes quemaduras.
Tras años de cirugías y de tratar de ocultar las marcas de sus quemaduras, Scarpinati quiso encontrar a la enfermera que la estuvo cuidando mientras estaba hospitalizada siendo un bebé. "He tratado durante casi 20 años de encontrar quién era la enfermera, pero no he tenido suerte. Quizá ahora, con el poder de las redes sociales, alguien pueda ayudarme", escribió el pasado mes de septiembre.
Para intentar localizar a la enfermera, adjuntó una imagen del anuario del Albany Medical Center Hospital (Nueva York) de 1977, donde se puede ver a la enfermera intentando consolar a Amanda Scarpinati, con la cabeza y los brazos llenos de vendas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)